Si pensamos en la empresa y en la gestión empresarial o liderazgo como un ser vivo y como algo dinámico, también cabe extrapolar a ese entorno algunas de esas pautas que tienen sentido en la esfera personal y emocional.

A mí particularmente ocuparme me ayuda. Focalizar el pensamiento, organizar y cumplir tareas evita la rumiación y activa tu proceso hacia la producción. A veces esto es valioso y si se abusa de ello es una especie de trampa que descubres cuando te paras. En cualquier caso, ocuparse está bien, no procrastinar es necesario y equilibrar esto en una medida razonable es esencial.

Trasladado a ese contexto de la empresa y la dirección esta visión ofrece una perspectiva diferente y que me parece interesante considerar: estar ocupado y que nuestra empresa nos ocupe no siempre es el mejor camino. 

“Pre-ocuparse” en la gestión empresarial.

Hay que tener cuidado con el activismo “hiperbólico”, estar liado o liadísimo. Y vernos atropellados por el síndrome del “apagafuegos”, es decir, solucionando problemas inmediatos sin poder atender a nada más.

Empresas y directivos ocupados y entregados “solo” al día a día puede equivaler a flotar en el agua y que sea la corriente la que nos lleve. Por eso, me gustaría romper una lanza en favor de la denostada “pre-ocupación”. Sí, preocuparse en términos psicológicos implica una anticipación de cosas que pueden suceder, adelantarse a lo que viene al futuro. 

Gestión empresarial, “pre-ocuparse”.

Eso que a efectos de pensamientos tóxicos hay que minimizar y erradicar porque visualizamos y nos angustiamos por cosas que luego no suceden, en el mundo de la gestión y de la empresa tiene un enfoque radicalmente diferente. 

Preocuparse por ciertas cuestiones puede darnos la clave de distinción de nuestra identidad corporativa y competitiva. Aquello por lo que nos preocupamos en la empresa, por lo que nos quita el sueño y en lo que ponemos especial cuidado y atención habla de nosotros y nos puede acercar más a la excelencia más allá del mero “hacer” de cada día.

Hay empresas que solo se preocupan de la facturación o de la rentabilidad, otras que se preocupan principalmente de su imagen, o que solo cuidan y se preocupan de un determinado tipo de clientes. Hay otras empresas y directivos, que se preocupan de la experiencia de sus clientes, de sus empleados y su realidad y necesidades e inquietudes, que también se implican en su entorno e impactan y se preocupan de la sociedad donde se ubican…

Tus preocupaciones te diferencian.

Lo que nos preocupa nos diferencia de los demás. Hay empresas que pierden el sueño si su cliente no está satisfecho o le plantea una queja, hay directivos que están en vela cualquier noche por un problema dentro de su equipo, o por una incidencia en una operación que no salió como estaba previsto; o incluso porque la relación con un proveedor no funciona; o porque se acumula el trabajo pendiente y siente que hay que organizar todo mejor…

Lo que nos preocupa nos diferencia, ocuparse no siempre es la mejor solución, y la pre-ocupación es un buen mirador para deliberar sobre lo que merece nuestra ocupación más intensa. Si la ocupación nos impide preocuparnos hay que tener cuidado, si la preocupación nos paraliza también.

Preocuparse debe ser el principio de la ocupación más productiva y diferencial. Nuestra sensibilidad para preocuparnos hará más valiosa nuestra ocupación.

Escuchar, observar, analizar, pensar y actuar… así se responde a la preocupación y se consigue una ocupación de mayor calidad. Preocuparse para ocuparse con eficacia y no para angustiarse, ocuparse para responder a la preocupación sensible de aquello que nos importa y nos da identidad.

La empatía en la empresa.

Gestión empresarial: empatía en la empresa.

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