Los acontecimientos de los últimos tiempos son un intenso testimonio de lo que viene viviendo esta tierra en cuanto a representatividad y visibilidad y a la labor de sus políticos y cargos de responsabilidad.  Resulta que la suerte me ha permitido mirar desde Don Benito-Villanueva la realidad política en Extremadura con una especial carga de profundidad. Así, en el mismo período hemos asistido en todas las direcciones y posiciones a evidencias de que la prioridad no es la gente con sus cosas.

Realidad política en Extremadura: impacto de nuestros representantes.

En el PP.

Discurso de pactamos con el “no a la fusión” en Don Benito (es lo único que planteaba esencialmente el segundo partido más votado en la zona) porque sumando los votos la conclusión es que la gente quiere cambio, aunque ese acuerdo sea contrario o difiera de nuestro programa electoral y de la posición mantenida a lo largo del proceso.

Y a su vez no pactamos con Vox a nivel regional porque, aunque junto a ellos y los diputados regionales obtenidos también se tendría esa mayoría de cambio, no encaja con el programa y/o las posiciones ideológicas (no compartidas necesariamente por todos sus simpatizantes y votantes) y que tienen clave nacional y son competencias que no tienen que directamente con la autonomía de forma directa.

Aunque finalmente sí pactamos cediendo donde no se cedía y que poco tenía que ver con Extremadura porque todo se ha revuelto demasiado a nivel nacional como para mantener unas coherencias y no otras. ¿No hubiera sido más fácil el acuerdo pensando en el tren, en fiscalidad, en presupuestos, por y para Extremadura?

En el PSOE.

El discurso del Presidente hasta la fecha, D. Guillermo Fernández Vara, ha abordado un posicionamiento en cuestiones nacionales y ha secundado y apoyado la política de su partido sin fisuras a nivel de estado, pese a los estragos y discriminaciones que eso suponían para nuestra región, e incluso en la medida en que algunas de esas posturas no son compartidas por sus propios simpatizantes y mucho menos por la mayoría de los extremeños.

Razón, o una de ellas, por la que probablemente haya visto reducida drásticamente la confianza del electorado en su actuación. Además de haber perdido una estupenda oportunidad en el final de su carrera política como máximo mandatario en Extremadura para hablar exclusivamente por y desde nuestra tierra, de y para nuestras necesidades y sin servidumbres ni favores para con su partido y los cargos de arriba.

PP-PSOE.

A lo largo de nuestra historia han sido más los voceros de sus partidos en nuestra región, que los altavoces y estiletes de nuestras reivindicaciones en Madrid. Más allá del ruido mediático de algunos diputados o de declaraciones altisonantes, ni un solo golpe en la mesa en votaciones de trascendencia, ni un solo desmarque de la disciplina de partido, ni un solo plante ante cuestiones esenciales y estratégicas, ni una sola presión significativa y visible alzando la voz en pos de nuestras carencias patentes: tren, fiscalidad, infraestructuras, estatuto especial para la empresa y la economía…

Quiero pensar que entre pasillos y en despachos habrá habido algo de lo que no hemos visto y hemos echado en falta, pero lo cierto y real es que nunca se ha concretado en un “por Extremadura me planto”. Y aquí estamos, muchos años después con el mismo o más nivel de desequilibrio y distancia o discriminación respecto de otros territorios de nuestro país. Y sí cada uno tenemos nuestra responsabilidad, la gente de a pie tenemos la nuestra, pero los “máximos responsables”, más, como su propio cargo implica. 

Y a mayor abundamiento ahora, por estos dimes y diretes políticos, que poco tienen que ver con lo que nos resuelve o complica nuestro día a día, y por este incesante “juego de la silla” en el que se traduce el resultado electoral, nos vemos más tiempo con gobierno en funciones y sin funcionar precisamente porque están en funciones, y con proyectos y grandes iniciativas envueltas en incertidumbre y espera, y nuevas oportunidades en riesgo de huida ante la falta de estabilidad y claridad. ¿Eso es lo que necesita Extremadura y su gente?

¿Dónde están las soluciones reales? 

Dónde ha estado y está el discurso innegociable e inaplazable del tren y de medios de transporte en línea con los de otros sitios, o dónde una fiscalidad especial acorde con nuestra realidad, progresiva y proporcional a la renta per cápita de una zona objetivamente deprimida, dónde medidas que protejan nuestra competitividad en relación al resto de España, dónde esas voces que verdaderamente nos representen y que apunten en la dirección de cambiar la vida de los pueblos de Extremadura y su gente.

A nivel nacional contamos poco, nos han contado menos, y no cuentan casi nada con nosotros. No hablo de subvenciones, se trata de poder competir en igualdad, de tener los mismos medios que el resto, se trata de esa equidad tan cacareada y tan débil.

Nos vendieron las autopistas digitales (no hemos terminado de verlas antes o más que el resto) cuando en otros sitios estaban con las autopistas de verdad, las de los coches, y el transporte. Nos hablaron y nos vendieron las autovías cuando en otros sitios ya estaban con la alta velocidad y los mejores trenes…

Ahora, en este contexto, nos vemos con el proyecto estratégico más importante de los últimos años a nivel regional y con impacto nacional como el de la Fusión de Don Benito – Villanueva parado, bloqueado y defenestrado. Con el consiguiente sainete y escarnio a todos los niveles; y con una región en primera plana porque no se consigue un acuerdo natural o razonable que paraliza o confunde y afecta a la gestión de esta tierra.

Ser protagonistas del cambio.

Esto hace que algunos giremos la cabeza y miremos atrás y apreciemos que esto no es nuevo y que ojalá alguna vez sea viejo. Necesitamos importar, sentir que importamos, y que los que elegimos hagan que lo nuestro importe y que se note allí donde están llamados a estar, a votar, a hablar en nuestro nombre. Gritar o chillar no lo cambia todo pero sí haría que todo empezara a ser diferente.

Hablar de nuestras necesidades en Mérida es necesario, hacerlo valer en Madrid es imprescindible. ¿En qué medida están pensando en nosotros en todo esto? ¿En qué medida piensan en nosotros cuando le dan al botón de votar desde los escaños regionales y nacionales? No se trata de populismo sino de realidad porque faltan cosas básicas en nuestro día a día, se escapan momentos y oportunidades en el aquí y el ahora, y ya se escaparon en otros momentos. 

Resulta que los máximos representantes de Extremadura compiten en discursos con contenido nacional y se alinean con sus partidos y con sus propias coherencias, y la coherencia de Extremadura y sus necesidades reales sigue siendo el segundo plato o sigue sin estar en el menú. ¿Hasta cuándo?

Quizás sea hora de reclamar políticos de cualquier sigla o de todas pero que realmente sean libres para defender a Extremadura y sus cosas y su gente, sin servidumbres, sin pleitesías, sin favores prestados… No necesitamos delegados de partidos políticos que defiendan a los suyos y lo suyo, necesitamos delegados de los extremeños para conseguir lo que nos importa y nos falta. 

Cuando solo se podía viajar en barcos llenos de limitaciones y mediante travesías temerarias muchos extremeños conquistaron el mundo e incluso descubrieron nuevos mundos. Ahora que el mundo se mueve a alta velocidad el extremeño apenas aspira a subirse a algún tren en marcha.

¿Quién chilla en nuestro nombre de verdad? ¿Quién hace que se nos oiga? La realidad no admite más retrasos.

Que el acuerdo de gobierno sirva para cambiar lo que verdaderamente hay que cambiar y transformar más allá de sillas y sillones.


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