Toda visión merece respeto en la medida en que justifique su sentido con cierto rigor, profundidad y responsabilidad. Los sentimientos son muy importantes y merecedores del mayor de los cuidados al igual que los pensamientos y quizás convenga agarrarse a aquello de Galeano: “ser sentipensantes”, es decir, pensar lo que sentimos y sentir lo que pensamos. Responsabilidad y pensamiento crítico en cualquier posición, en este caso respecto a la fusión Don Benito y Villanueva.

Dicho lo anterior, mi posición personal, que intenta ser coherente con eso que me gustaría ver en todas las direcciones en cuanto a reflexión, información, pensamiento crítico, altura de miras, visión… Es que la unión es el proyecto más importante de la historia de esta zona desde la fundación de ambos municipios. 

Lo es y lo fue cuando en otros momentos se planteó la posibilidad, lo hiciera quien lo hiciera y con independencia del signo político, y discrepo con aquel signo político que lo impidiera en cualquiera de los intentos. El sesgo político no debe ser un lastre.

Hablamos de un proyecto social y económico, de futuro y con presente, de competitividad y crecimiento, de oportunidades y evolución, necesario y con sentido; no es político sino de la gente y para la gente, de los padres para los hijos y de los abuelos para los nietos… 

Puede resultar obvio pero evidentemente defiendo las cosas bien hechas. Considero ineludible empatizar y atender sensibilidades y creo en la riqueza de la diversidad y en la importancia de animar y fomentar la convivencia y la armonía de complementariedades y diferencias, y ese es precisamente el sentido y la fortaleza de un proyecto de este tipo.

En aras a esa responsabilidad y pensamiento crítico: argumentos y reflexiones sobre la fusión Don Benito y Villanueva.

Las formas.

Si no han sido las adecuadas hay y había tiempo de enmendarlas porque el propio procedimiento las exige y establece, mediante debates en plenos, propuestas a introducir en el convenio de fusión futuro, revisión autonómica y estatal… Las formas no pueden matar el fondo cuando ese fondo en su definición legal precisamente se basa en determinadas formas que estaban y están en plena vigencia.

Ampararse en eso para rechazar todo es como decir que retiren una película porque no está bien expuesta su sinopsis o el título en las carteleras. Por cierto, en esa forma la consulta popular no era preceptiva y siendo recomendable y muy deseable desde luego ahí tal vez sí fallaron formas y fondos y tuvo más que ver con la política y sus cosas. Y siendo así, y siendo bueno que cada cual se cuestione lo suyo, sigue sin ser esa parte razón para acabar con el todo.

Información y desinformación.

Ha habido foros para informar y acceso a medios, expertos, políticos… Si no han sido suficientes o han sido malos esos canales, cabe su mejora y cabe la responsabilidad de movilizarse al respecto, en la misma medida en que resulta ineludible la honestidad de no ampararse en ello para defenestrar la iniciativa y tapar otro tipo de argumentos que cuesta más visibilizar y tal vez explicar.

Como lectura informativa y de profundidad se puede acudir al protocolo de fusión, al artículo 13 de la Ley de Bases y a la legislación sobre municipios a nivel europeo, el informe de la universidad, múltiples artículos de expertos independientes y ajenos a todo esto, o preguntar al respecto a google, a ChatGPT o incluso a alguien de carne y hueso con conocimiento específico en lo que verdaderamente nos genera dudas.

Identidades.

Las identidades son un ser vivo, evolucionan, crecen, se adaptan, se alimentan… Las más auténticas y poderosas no tienen miedo a exponerse, a mezclarse. Las relaciones de cualquier ámbito implican compartir y adaptar las identidades, buscar puntos comunes, potenciar lo bueno de ambas, cuidar lo importante de cada una…

No imagino una fusión que no respete las fiestas tradicionales de un barrio o la sensibilidad y el impacto de un acto importante para la gente y para eso está el proceso, que no elimina sino que suma, que no silencia sino que da voz y mucho más en un sistema democrático y representativo. 

Esto son identidades positivas y en positivo y resulta imprescindible evitar o superar esas identidades que separan o que señalan, que se basan en considerarse mejores o más que otros, que sienten amenaza ante lo que no controlan, ante el cambio, y que solo piensan en su ahora, impidiendo aspectos que unen y aportan, cosa que es muy legítima pero que poco crecimiento y desarrollo posibilita.

Curiosamente somos capaces de detectar, reprochar y reprobar esas identidades destructivas y negativas en otros entornos más o menos lejanos, y nos cuesta reflexionar sobre si no hay algo de eso por aquí que limita la claridad y que son la base para buscar justificaciones y discursos cuya objetividad es débil. 

Me preocupa y rechazo esas formas de intolerancia en cualquier dirección y que últimamente han proliferado frente a quienes abiertamente han dicho que creen que es bueno unirse y que quieren que eso siga adelante (mi solidaridad con ellos porque estoy en ese lado). Cuidado con los forofismos, con los radicalismos, que se detectan y se distinguen por la falta de flexibilidad, de escucha, de rigor, de tolerancia, y que a veces esconden el miedo a la falta de argumentos de profundidad.

Las identidades de Don Benito y Villanueva han evolucionado y cambiado a lo largo de su historia. Las ciudades de hoy poco se parecen a las que fueron y poco deberían parecerse a las que pueden ser y serán. Claro que hay concesiones y esfuerzos y sacrificios, pero confundir la cesión, la flexibilidad y la adaptación con la pérdida no es de identidades poderosas sino temerosas.

En la fusión hay una inmejorable oportunidad para esas identidades sanas por la propia aritmética electoral (más siempre podrán más que menos) y por la propia fuerza de quien defiende con respeto y con base aquello en lo que cree. 

Normativa y realidad.

Nadie se come a nadie ni lo de nadie y nadie se impone a nadie. No pretendo abordar aspectos muy técnicos pero ante ciertas afirmaciones convendría simplemente acudir al mencionado artículo 13 de la ley de bases del Régimen local y se despejarían algunas bombas de humo poco responsables: no se permite la fusión de municipios que no sean sostenibles financieramente por sí mismos antes de la fusión, e incluso se contempla la contabilidad separada en cuanto a deudas previas e  imputables a uno de ellos y la dotación patrimonial específica.

La fusión no puede suponer disminución de la calidad de los servicios y también con carácter previo los municipios acreditan que tienen capacidad para financiar y desarrollar sus propias competencias… Es decir, nadie puede venir a comerse lo de nadie porque la ley misma lo establece.

Algunas cuestiones como lo de que vamos a tener que cambiar de coche porque se va a establecer una zona de baja emisiones obligatoria por Ley, es otro de esos chascarrillos que calan y no resisten el más mínimo rigor, pues la ley solo establece esas exigencias para grandes ciudades y seremos grandes pero no tanto. Y mírese la legislación europea y su concepción de las ciudades y su visión y apuesta por aquellas de más de 50 mil habitantes como centros adecuados para más y mejores servicios.

Oportunidades, fusión Don Benito y Villanueva

Nuevas oportunidades.

Hay más y mejores expertos que yo para analizar todo esto y exponerlo, pero una simple mirada sobre conceptos como la economía de escalas o la economía de aglomeración y los criterios de competitividad y la importancia del tamaño y la dimensión para tener visibilidad en diferentes verticales basta para entender y cuestionarse que “más” es “mejor” en un mundo globalizado y de concentración del poder económico.

Todo esto traducido en términos de gestión pública conlleva más y mejores servicios en mejores condiciones económicas sufragados por más contribuyentes y con más posibilidades de optimización.

Generar oportunidades y crecimiento en nuestra tierra es una responsabilidad y un desafío y efectivamente más es mejor porque genera atracción de posibilidades económicas, más y mejores empresas, se pasa de escalón fiscal y contributivo, y nos posicionamos en el mapa de determinadas compañías, franquicias… solo como ejemplo.

Hacerse más visible es necesario para competir en todo aquello que resulta importante: impuestos, infraestructuras, transportes, finanzas, empresas, educación… Solo el proceso en sí mismo ya nos ha puesto en el candelero de toda España y fuera de aquí nos ha convertido en ejemplo y referencia… 

Es legítimo querer ser invisible, pequeño, aferrarse a identidades del pasado, o a ciertos complejos de superioridad o a cualquier emoción propia o impropia o no querer cambios o incomodidades pero entonces no lo vistamos de otras razones y digámoslo sin más para que quien se ponga en esa fila tenga claro qué y porqué. 

De mayorías y minorías.

Se habla mucho de esto y es bastante objetivo que tanto en la consulta popular como en las elecciones locales la mayoría más significativa (más allá de si fue un 66% o menos) en Don Benito es del “sí”. Hasta donde yo sé PP y PSOE eran y son pro-fusión aun con matices en cuanto al cómo y los tiempos, y la suma de ambos en votos electorales es muy superior al del otro partido que merece toda la escucha y atención en positivo

¿A quién se deja de escuchar o qué mayoría está en peligro entonces? ¿Se trata de la gente y de su presente y su futuro o de la política y los políticos? ¿El presunto voto de castigo “a las formas” que ha aupado a una nueva fuerza política que solo predica y contempla el “no” se mantendría de saber y verificar ahora que “no es no” en todo caso? Me permito la duda y ahora sí que lamento las formas…

Debatamos formas, esfuerzos, beneficios, oportunidades, plazos, criterios, fortalezas y debilidades, costes, inversión, pero desde la búsqueda de motivos y fundamentos y dejemos las excusas sin rigor, los sesgos, las politizaciones estériles y las identidades exacerbadas… 

Pongamos encima de la mesa las bondades y fortalezas: polígonos, zonas comerciales, actividades, demos seguridad a lo bueno que hay, y proyectemos y aclaremos lo bueno y nuevo hacia lo que se va y se quiere llegar. 

Para eso es el proceso de fusión. La fusión no se dice para hacerla se dice para empezar a construirla. Tenemos una oportunidad y desaprovecharla estando preparados y no hacer siquiera el camino está lejos de ser responsable con el presente y con el futuro.


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